Siempre me gustó el olor de las crayolas, la textura de mi perro , el sonido del mar por las tardes y el sabor a vino tinto en su compañía.
Podría intercambiarlo todo y decir que me encanta el sabor de las crayolas, el sonido de mi perro cuando ríe, la textura de cuando el sirve la primera copa de vino, y el olor del mar en la madrugada, y así infinita y eternamente; aún así todo tendría sentido una y otra vez y para siempre.
Desde aquí, y tan de noche que el sol no se atreve a amanecer mañana, parece que todo eso nunca habría existido,que fue solo un buen sueño, de esos que te despiertan por el sabor a frambuesa en los labios y con una sonrisa, haciéndote repetirla sin darte cuenta durante todo el día, en cualquier momento y a escondidas, un sueño en almíbar de pitufresas, hecho a mano y sin permiso.
Por ahora solo me conformo con recordar todo esto desde mi refugio de cartón, mientras saboreo la miel de plástico de un panqueque hecho en serie y con copyright.
Podría intercambiarlo todo y decir que me encanta el sabor de las crayolas, el sonido de mi perro cuando ríe, la textura de cuando el sirve la primera copa de vino, y el olor del mar en la madrugada, y así infinita y eternamente; aún así todo tendría sentido una y otra vez y para siempre.
Desde aquí, y tan de noche que el sol no se atreve a amanecer mañana, parece que todo eso nunca habría existido,que fue solo un buen sueño, de esos que te despiertan por el sabor a frambuesa en los labios y con una sonrisa, haciéndote repetirla sin darte cuenta durante todo el día, en cualquier momento y a escondidas, un sueño en almíbar de pitufresas, hecho a mano y sin permiso.
Por ahora solo me conformo con recordar todo esto desde mi refugio de cartón, mientras saboreo la miel de plástico de un panqueque hecho en serie y con copyright.
1 comentario:
¿Y no hay como amar al pancake con sabor a vinifan, ni al cartón?
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